Crónicas Ausentes
Lenin Torres Antonio
“El tamal” es un guiso precolombino, compuesto de una base de masa de maíz cocida y adicionada con otro ingrediente, ya sea carne o algún vegetal, amasado la base de maíz con el ingrediente es puesto en hoja de plátano o maíz y envuelto para su cocimiento. La característica del Tamal es que es un guiso que se prepara previamente para su cocción, y podríamos decir que previamente contiene todo lo que necesita para ser consumido. Este guiso, “el tamal” metafóricamente ha sido empleado para señalar algún tipo de actividad que se prepara previamente y se presenta envuelto sin que nadie pueda saber que contiene hasta que es probado. En la política se dice que alguien preparo “un tamal” cuando se refiere a este preparado previo y el hecho que salvo el que lo guisó nadie sabe lo que contiene, así en el medio estudiantil y político se decía que se preparaba un “tamal” haciendo referencia al control que tiene quien prepara el guiso sin que nadie más pueda hacerlo.
Por ejemplo, la asociación de alumnos sacaba la convocatoria para renovar su dirigencia estudiantil de “x” centro educativo público, y tenía en sus manos todas las condiciones a priori para determinar el tipo de convocatoria, incluso la fecha, y los requisitos para ser postulado y competir “democráticamente” en la elección de la presidencia de la mesa directiva de la asociación de alumnos de dicho plantel educativo, había casos en que la convocatoria se publicaba y se pegaba debajo del lavabo de los baños, y esto lo narró sin exagerar, pues la política en todos los niveles se había pervertido y el poder público en turno disponía del aparato del estado, y en este caso, del centro educativo para determinar quienes deberían ser los representantes populares, y estás prácticas de simulación de la democracia permeaba todos los ámbitos de la vida pública y privada de México.
Tuve la oportunidad de vivir esa experiencia, en este caso contrario, pues siendo consejero alumno de la facultad de filosofía de la Universidad Veracruzana, fui electo representante alumno de dicha facultad, y como consejero había un requisito esencial que se tenía que ser un buen alumno para serlo, con promedio mínimo de 9. A parte estaban las asociaciones estudiantiles de la Universidad, que tenía un peso político, que obligaba a los funcionarios universitarios a coludirse con ellos para poder sostenerse en el poder dentro de la Universidad. En mi caso me tocó ver como esas asociaciones delictuosas se deslizaban de las universidades públicas hacia los partidos políticos, principalmente hacia el PRI, y del PRI hacia los gobiernos nacionales, estatales y municipales; como lo he explicado, el sistema político mexicano era un entramado de complicidades y corrupción que permitió el sostenimiento legalizado por una “democracia a medias” en el poder al PRIAN por más de 100 años, con las consecuencias que ahora todos conocemos, la decadencia paulatina de la política, el sistema de partidos, y lo más grave, del estado mexicano, éste último, incapaz de resolver los graves problemas que poco a poco provocaron una crisis pública que todavía aún vivimos, y la pérdida del PRIAN del poder público en manos del presidente Obrador.
Absolutamente todas las instituciones públicas, asociaciones estudiantiles, partidos políticos, sindicatos y gremios de trabajadores, etc., operaban con esa cultura de simulación democrática buscando perpetuarse en el poder público a costa de lo que sea, toda vía recuerdo, en la época en que el PRI se encontraba en la plenitud del “pinche poder” público, cuando el ejemplo vivo de lo mejor de la vieja clase política, y quienes aún algunos añoran como el ejemplo de cómo se debe hacer política, “el caballero de la política” le dicen algunos, porque de forma elegante dejaba a todos contentos y mantenía el equilibrio entre los intereses particulares de grupos con los públicos, para que la maquinaria de la dictadura democrática perfecta pudiera operar sin ningún contratiempo, hablo de Fernando Gutiérrez Barrios, quien moviendo las fichas de la política, decidió complacer a un joven inquieto, por cierto, inquieto no por sus ideas revolucionarias, sino porque era un pequeño dinosaurito que se le metía a los viejos zorros de la clase política en Veracruz, y como no podía hacerlo por el distrito que le correspondía, decidió cambiarle su acta de nacimiento para que pudiera ser postulado por otro distrito e imponerlo a la clase política local del distrito de Martínez de la Torre, como la disidencia se le silenciaba ya sea con un cañonazo de dinero como decía el General Álvaro Obregón (“nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”), o con puestos en la burocracia, el susodicho impuesto fue electo diputado por ese distrito electoral.
Por cierto el caballero “Don Fernando” fue jubilado por el capo de capos, Salinas de Gortari, quien lo usó para que el país no se le cayera encima después de robarle la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, líder de la corriente democrática, terminando su encomienda de pacificar el país, el perverso Salinas le dio el tiro de gracia, terminando con el último de los grandes dinosaurios y evitar que le hiciera sombra a la corrientes neoliberal con sus “ilustres” ideas económicas modernizadoras sin democratización, usando términos rusos podrías decir que era la perestrioca sin la glásnost.
La putrefacción de la política y la democracia era una forma de vida, incluso podríamos decir que el equilibrio entre los intereses particulares y los públicos que normalizaron la banda de delincuentes de cuello blanco, se sostenía con el beneplácito de académicos, líderes sindicales, funcionarios universitarios, organizaciones no gubernamentales, líderes estudiantiles, “comunicadores”, payasos y humoristas, en fin, hasta la iglesia santa y pulcra, todos de alguna forma recibían “sus moches”, “mordidas”, “sus dadivas”, “regalos”, etc, o sea, todos participan de la corrupción, aunque los grandes ganadores y beneficiados eran el poder económico y mediático, y también fueron los grandes afectados por la llegada de la 4ª transformación encabezada por el presidente Obrador, a quién esos poderes lo ven como su principal enemigo a vencer y están invirtiendo todo lo que pueden para hacer que fracase “la limpia” del país.
Cambiar una cultura que normalizó la corrupción es un proceso complicado y difícil, estamos hablando de educación, psicología, sociología y cultura, y para ello, como lo he dicho, no bastará este sexenio para consolidar la transición democrática que encabeza el presidente Obrador, el esfuerzo que está haciendo por “limpiar la casa”, como también lo nombra el presidente hermano de la república del Salvador, Bukele, hay que transformar democráticamente a los partidos políticos, a los sindicatos, a los organismos no gubernamentales, en fin, a todas las instituciones públicas de México.
Hablando de un ejemplo de esa corrupción y simulación democrática está el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana de PEMEX, por cierto con más de 100,000 trabadores, en su mayoría afiliados a dicho sindicato. Acostumbrados los lideres hacer “su tamal” para mantener el poder del grupo en turno del sindicato, y poder disfrutar del inmenso poder económico que los llevó a participar de acciones de la misma empresa estatal como lo es PEMEX, y hacerse con obras para sus empresas, incluso plasmados y consentidas en la firma de los contratos colectivos que firmaba con el estado mexicano, por eso recordamos a “los ilustres” líderes, Joaquín Hernández Galicia, Salvador Barragán Camacho, y uno de los últimos, Carlos Romero Deschamps, todos promovidos por el poder en turno, principalmente por el PRI, a puestos de elección popular, ya sea senadores, diputados, y a los líderes seccionales a alcaldes, a diputados locales, etc., el Sindicato de Trabajadores Petroleros de República Mexicana STPRM gozaba de su coto de poder dentro del PRI, claro, cuando un dirigente resultaba incomodo para el omnipotente presidente era jubilado y relevado por uno que obedeciera a los intereses del sistema político y su gavilla de delincuentes, nunca por un proceso democrático al interior del Sindicato.
Los excesos de Romero Deschamps y su familia han sido públicas, sus hijos con sus lamborghinis, en sus viajes a Dubai, París, etc, en sus goces en Yates en el mediterráneo, y todo esto pareciera que o bien que se han olvidado o se han perdonado, y el STPRM pareciera que con la renuncia de Romero Deschamps ya se hubiera democratizado, pero nada de eso ha ocurrido, y que debe ocurrir, incluso se deben castigar a esos ladrones que robaron las arcas públicas, pues nada de eso que tuvieron les pertenecía, pues era dinero público, o sea de los mexicanos y las mexicanas, y no al STPRM; sus huestes, a los que les heredó Romero Deschamps que continúan con sus fechorías y no quieren soltar “el hueso”, el botín, porque saben lo que representa el Sindicato.
A propósito de eso que no se escucha pero ocurre, y que tiene que ver con “limpiar la casa”, o sea, democratizar todas las instituciones públicas de México para lograr la 4ª Transformación pacífica de México, hace poco tiempo tuve la oportunidad de conocer y platicar con la Senadora de Campeche Cecilia M. Sánchez, una luchadora social y miembro del STPRM, quien está encabezando una lucha por democratizarlo. Con una amplia experiencia en la industria petrolera de PEMEX, me comentó que las allegados de Romero Deschamps siguen controlando el sindicato y que se valen de un esquema que han utilizado toda la vida, y tiene que ver con lo que al principio les comenté, preparan asambleas seccionales con una red de complicidades en las secciones, 50 en total, eligen a sus allegados, y con una convocatoria amañada, sin que la base trabajadora opine ni participe, permitiendo que trabajadores de otras secciones voten en otras secciones, para llegar a una asamblea nacional amarrada para el mes de enero del 2022 y elegir a los mismos, en este caso, a gentes de Romero Deschamps, y seguir con sus corruptelas y atropello con los derechos de los auténticos trabajadores de PEMEX.
Me dice que hay un movimiento que se está gestando al interior de PEMEX que va a detener ese atropello a los derechos de los trabajadores de PEMEX de elegir a sus representantes de forma abierta y democrática, para ello, impugnaran las asambleas seccionales y la nacional, y así convocar a una asamblea democrática donde todos los trabajadores de PEMEX participen y elijan a su dirigencia nacional del STPRM.
Creo que si no hacemos de la democracia una forma de vida personal y pública los mexicanos, México corre el riesgo de retroceder y con ello no resolver los graves problemas que vive. La política sin auténtica democracia no sirve, y la democracia sin política honesta es retórica. “Limpiar la casa” no es un juego de palabras ni una oración vaga y superficial, necesitamos limpiar la política, hacer que funciones y represente el instrumento público para el cambio y la mejora de la vida humana.
Espero que limpiemos (democraticemos) no tan sólo el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana sino todas las instituciones públicas de México.
Diciembre de 2021.
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