Rafael Pla López escribe, en relación a los términos “ruptura histórica”, “el término «ruptura» …un cambio de estructura, al modo de la «ruptura epistemológica» según Althusser o de un «cambio de paradigma» según Thomas S. Kuhn. Y el adjetivo «histórica» refiere a que de lo que se está hablando es de un cambio de bloque histórico potencialmente dominante”[1], México en ese sentido vive una ruptura histórica, un cambio de visión y praxis de la vida social y política, la sustitución de una narrativa del poder público, es decir, los significantes con que se describen la realidad pública y política de México se agotaron para poder sostener una visión optimista del poder público, pero también, podremos decir que México vive una transición de un régimen político en decadencia, imposibilitado en gobernar con certeza y eficiencia, y poder resolver los problemas que implica la vida en sociedad, hacia otro régimen político auténticamente democrático.
Por lo regular esas rupturas históricas se han dado con violencia, por eso, es pertinente destacar, que aún con un sistema fallido, los instrumentos de la democracia, particularmente el voto masivo del ciudadano, permitió que esa transición de régimen política se esté dando en paz, aunque la consolidación de la transición democrática y un régimen político eficientes y transparente esté en proceso, la ruptura histórica se ha consumado.
Entender el término la 4ª T. tiene que ver con el referente conceptual con que podemos explicar las rupturas históricas que se han dado en todas las sociedades del mundo, y esto implica que, como tal, si bien toda ruptura histórica trae consigo una nueva narrativa epistémica y política, una nueva concepción de la humano, esto no implica que ocurra simultáneamente la caída de un régimen y la instalación de tal narrativa, como es el caso de la 4ª T (cuarta transformación) en México.
En México ocurre ciertas distorsiones conscientes o inconscientes sobre la 4ª T, una que tiene que ver con pensar que la 4ª T es un término ideológico y una posición política privativa o exclusiva, a veces esta posición tiene que ver con mantener una identidad que usa la oposición a AMLO para poder centrar sus estrategias políticas para enfrentarlo, posicionamiento lamentablemente pobre y terriblemente malintencionado, otra postura que parte de ese equivoco de pensar que la 4ª T es un concepto ideológico, tienen que ver con la ignorancia, el no saber que la 4ª T señala simplemente un ruptura histórica, como las tres anteriores que han ocurrido en México, la Independencia, la Reforma, y la Revolución, proceso de desprendimiento y de regeneración del poder público y político, que tiene que ver con tres momentos, uno, la caída o la pérdida del poder público de una clase política prianista decadente, que fue incapaz de interpretar los tiempos que vivía la sociedad mexicana que no admitía que se continuara gobernando desde esa cultura de la simulación y corrupción, y que el meta-poder ejercido de forma personal o de grupo estuviera por encima de la legalidad, democracia, y autonomía del estado mexicano, trayendo ese comportamiento, la inoperancia del estado mexicano y sus instituciones para hacer frente y resolver los graves problemas que paulatinamente se fueron agravando; dos, la caída del régimen político anterior y la pérdida del poder público de la clase política manejada por el poder mediático y fáctico-económico (la oligarquía), trajo por un lado, el inicio de una patética e inmoral guerra sucia contra el gobierno federal, y por otro lado, pese a gobernar en esas condiciones de una oposición apátrida, el gobierno de la república que encabeza Andrés Manuel López Obrador trabaja para restituir la funcionalidad pérdida del estado mexicano y sus instituciones, y atender a los directamente marginados y afectado por esas políticas neoliberales de rapiña y corrupción, que son los pobres y marginados.
Durante ese proceso de la ruptura histórica que está viviendo México, hubo un parteaguas el 6 de junio de 2021 que permitió confirmar la decisión ciudadana de mantener el rumbo hacia la consolidación de esa transición democrática y la construcción de un nuevo régimen político democrático, eficiente y transparente.
La tercera parte del proceso de la ruptura histórica en México, implica consolidado el régimen democrático, y la regeneración del poder político y público, tendremos que transitar hacia la construcción de esa nueva narrativa que contenga como parte fundamental voltear la pirámide del poder presidencialista, y una revolución de la representatividad popular enmarcada en la reconfiguración de un nuevo federalismos que tenga como centro fundamental el municipio, y como conceptos claves la cercanía, lo local y la comunidad.
Para que México pudiera vislumbrar una 4ª T (una ruptura histórica) pacífica fue gracias a hombres históricos, preclaros y revolucionarios. Sin ellos es imposible cualquier transformación social y política. Hombres con coherencia democrática y solvencia moral y ética.
La lucha de Andrés Manuel López Obrador no ha sido en vano, secularizó el poder político y el comportamiento de los políticos, y principalmente, está permitiendo que esa ruptura histórica ocurra pacíficamente.
Habló y se opuso a ese poder fáctico cuando todos callaban, se enfrentó al poder fáctico cuando su fuerza era aplastante y radical, encabezó una revuelta de los pobres y necesitados, y se enfrentó al poder político-económico y mediático, que eran lo mismo, y que la historia le dio la razón que la lucha por salvar a México era contra una sola entidad mafiosa compuesta por la clase política prianista, el poder económico y los medios de comunicación, quienes siempre acuso y con razón ahora lo vemos, que son los responsables de la crisis pública que aún vive México.
Desafortunadamente sabíamos que la política y la clase política había enloquecido y degenerado, que la democracia no servía para construir sociedades justas y resolver los problemas de la ciudad y de los pueblos, lo sabíamos y callábamos, y él se mantuvo siempre crítico y coherente, he de confesarles que llegué a pensar que era más de lo mismo, que era retórica, pero afortunadamente me equivoqué, AMLO no es mesías ni el tlatoani, no es el líder ni el político profesional, es un hombre coherente y que está brindando a México la posibilidad de una transformación social, político y moral pacífica, y que secularizó el poder político y público que había apartado los pies de la tierra y servía a deseos y pulsiones narcisistas y a intereses de una minoría.
Y es Andrés Manuel López Obrador ese hombre histórico, que después de Benito Juárez, Francisco I Madero, nos devuelve la democracia. Ahora tenemos que darle rostro, contenido y configurar el tipo de sociedad democrática que mejor resuelva los graves problemas que vive México y el Mundo, la idea de hombre y las nuevas narrativas urgentes que se necesitan para replantearnos nuestro ser en el mundo y nuestro sentido de vida humana.
De una vez por todas hay que entender que la 4ª T es el lugar común, y que la consolidación de la democracia verdadera que conlleva esa ruptura histórica, tiene que ver con que se restituya paulatinamente la funcionalidad perdida del estado mexicano y sus instituciones, y que está en un tiempo por venir la confrontación de las concepciones de países y sociedad, y que queda en todos los mexicanos preservar la democracia verdadera y construir regímenes solidarios, humanizados y científicos.
Queda para otras disertaciones que lo que pasa en México corre paralelo a la crisis de la globalización, la decadencia de la visión occidental neoliberal, agotamiento que implica el fracaso del hombre universal y el agotamiento de los procesos globales en que nos metió el sistema neoliberal para continuar la explotación y mantener el dominio.
Son tiempos de una guerra intelectual para construir nuevas narrativas del hombre.
Felicidades México por estos tres años de libertad y democracia.
Julio de 2021
[1] https://www.uv.es/~pla/rupthist.html
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