Carta abierta a la gobernadora Rocío Nahle, al Congreso del Estado de Veracruz, a la clase política y a la ciudadanía
Veracruz, dolido y digno 7 de noviembre de 2025
No hay desastre natural que justifique cancelar o aplazar derechos políticos. Ningún río desbordado ni muro caído puede silenciar al ciudadano. La tragedia exige empatía, no propaganda; solidaridad, no manipulación.
El deber del Estado es atender a los damnificados; el de la ciudadanía, vigilar que el dolor no se convierta en espectáculo político. Cuando la ayuda se transforma en escenario de autopromoción, la tragedia se degrada en cálculo político.
Ejercer derechos políticos -exigir la revocación de mandato, pedir rendición de cuentas, reclamar coherencia no es ser carroñero ni de derecha. Llamar "carroñeros" o "de derecha" a ciudadanos críticos es autoritarismo: infantiliza al pueblo, niega su madurez moral y lo trata como súbdito. Tal descalificación no busca debate: busca sumisión. Quien necesita insultar para sostenerse pierde autoridad moral para gobernar.
Los gobiernos de Morena prometieron transformación y ejercen simulación; prometieron justicia y reproducen autoritarismo; prometieron transparencia y perpetúan corrupción; prometieron rendición de cuentas y sostienen opacidad; prometieron diálogo y responden con silencio o censura. Todo mientras Veracruz sigue sangrando.
No olvidamos a las familias de víctimas de desaparición forzada, ignoradas por las autoridades; las desapariciones que se vuelven estadística; las fosas clandestinas que marcan heridas abiertas. La ONU ha señalado que estas desapariciones persisten en la entidad. Veracruz se posiciona actualmente como uno de los estados con más casos de desaparición forzada en México.
No olvidamos el homenaje oficial a Fidel Herrera, símbolo de una clase política que debía responder ante la justicia y, en cambio, es celebrada por quienes juraron desterrar la impunidad. No olvidamos la corrupción y la omisión de la Fiscalía estatal, la represión y el engaño a los jubilados, ni la soberbia de la nueva clase política que confunde autoridad con arrogancia. No olvidamos la extorsión y la violencia que no cesa en todo el estado, ni la criminalización de estudiantes de la Universidad Veracruzana, reduciendo su legítima manifestación a un acto de retorno de los "porros".
No olvidamos la imposición cultural, el desprecio al diálogo con la comunidad artística, la censura a voces disidentes; la corrupción y el autoritarismo en la Secretaría de Educación; ni la censura a 50 radios comunitarias, académicos y ciudadanos que solidarizaron con Radio Teocelo bajo acusaciones distorsionadas de violencia política de género. No olvidamos la desaparición forzada de la activista ambiental María Amparo Salinas Hernández ni la indiferencia ante el caso de la maestra Irma Hernández de la Cruz, secuestrada y torturada, reducida a nota pasajera. No olvidamos los cafetaleros encarcelados con pruebas falsas, la represión y asesinato de defensores del agua y del territorio en Totalco, ni la tortura y ejecución extrajudicial de Gregorio de la Cruz y el encarcelamiento sin debido proceso del campesino Higino Bustos. La corresponsabilidad del gobierno actual con los anteriores se refleja en el obstáculo a la investigación y en la impunidad persistente.
Mientras tanto, se repite: "A Veracruz se le respeta y a su gobernadora también, háganle como quieran". Confundir respeto al pueblo con reverencia y sumisión al poder es una inversión moral. El respeto no se impone: se gana con verdad, diligencia, humildad y transparencia. Respetar a Veracruz no es exigir obediencia; es escuchar su voz, incluso cuando incomoda.
El Congreso del Estado, al aplazar la legislación sobre la revocación de mandato, olvida que los derechos políticos no caducan. No se suspenden por lluvia ni por conveniencia. La democracia no se detiene en la adversidad; se demuestra en ella. Cumplir con la ciudadanía significa hacer que la ley sirva a la justicia, no a la conveniencia. Decir que "hay tiempo hasta 2027" es negar que la rendición de cuentas debe ser inmediata. Aplazarla es evadir responsabilidad; la evasión del deber es otra forma de corrupción.
Mientras el pueblo sobrevive entre pérdida y esperanza, el poder repite discursos de respeto pero actúa con desprecio. Distribuye ayuda con la mano que pide aplausos, promete justicia con la boca que calla ante la impunidad. Así convierte la tragedia en marketing y la política en espectáculo. Gobernar exige humildad: el pueblo no es menor de edad; es el verdadero depositario del mandato. Insultarlo, censurarlo o ignorarlo es retroceder al viejo régimen que prometieron desterrar.
La palabra "transformación" se vacía cuando se usa para justificar abusos. Una verdadera transformación no teme al escrutinio: lo provoca y lo asume. El gobierno que teme a la crítica no quiere transformar: quiere perpetuarse. Y el pueblo callado ante el abuso no es pacífico: es manipulado. El respeto a Veracruz no se mide en lemas, sino en hechos. Y los hechos hoy muestran un poder que habla en nombre del pueblo, pero actúa con autoritarismo y lo manda a callar.
Llamado a los colectivos y a la ciudadanía organizada A colectivos de búsqueda, ambientales, culturales, universitarios y a todas las personas que no se resignan: es tiempo de cuidar nuestra voz de intereses partidistas. El poder cambia de rostro, pero no de prácticas. Debemos mirar más allá del discurso electoral y económico. Las verdaderas banderas ciudadanas-derecho a la verdad, al arte, al trabajo, al agua, al territorio, a la justicia y a la palabra libre- no se negocian. Son las manos que buscan desaparecidos, que siembran, enseñan y crean. Son los derechos culturales, económicos, sociales, políticos, jurídicos, ambientales y digitales.
Es momento de organizar redes de existencia, comunidad, observación y vigilancia ciudadana que acompañen, pregunten y cuestionen. No para destruir, sino para recordar a quienes gobiernan que el poder les fue otorgado temporalmente por un pueblo que merece respeto. Rendir cuentas no es un favor: es la prueba mínima de coherencia con la responsabilidad de ejercer el poder.
Crear observatorios ciudadanos que fiscalicen gobiernos, instituciones, universidades, secretarías, fiscalías y partidos es responsabilidad de todos. Solo así la democracia puede funcionar al servicio de la ciudadanía, no de intereses particulares.
El derecho a organizarse, vigilar, cuestionar y pedir rendición de cuentas no es opcional: es un deber ético. Quienes lo ejercen fortalecen la democracia. Frente a un poder que se autoproclama transformador pero reproduce las mismas lógicas de control y cerrazón, la ciudadanía consciente recupera su derecho a pensar y decidir colectivamente.
Cuando el gobierno sustituye diálogo por decreto, consenso por consigna y conciencia por obediencia, cuestionar se convierte en resistencia simbólica: una manera de reapropiarse de la palabra que el poder intenta monopolizar.
La ausencia de escucha no es un simple defecto de gestión; es una negación profunda de la democracia. Gobernar sin tomar en cuenta a comunidades culturales, colectivos y ciudadanos significa transformar el mandato popular en imposición tecnocrática: reemplazar la conciencia viva del pueblo por la ideología del Estado.
Llamar "de derecha" a quien exige la revocación de mandato es censura ideológica: despoja a la ciudadanía de su capacidad de pensar críticamente. Nombrar la decepción no traiciona el proyecto; lo rescata de su degradación. Cuando el poder sustituye conciencia por obediencia, la "transformación" se convierte en caricatura y el pueblo pierde voz.
El poder que se dice transformador ha reproducido las mismas formas de control que prometió erradicar. Sustituir diálogo por decreto y conciencia por obediencia obliga a la ciudadanía a ejercer su resistencia: pedir que se respete el derecho a la revocación de mandato.
Llamar a esta acción "de derecha" deslegitima la crítica y niega la conciencia de quienes votaron con esperanza de cambio real. Pedir que se cumpla un derecho no es oponerse al proyecto, sino exigir coherencia. Somos el eco de esa voz que se niega a ser silenciada: hacemos un llamado a pensar juntos, antes de que el poder decida todo por nosotros.
¡Que ningún gobierno vuelva a decir que habla por el pueblo si no está dispuesto a escucharlo!
¡ Justicia, reparación, verdad y memoria |
Por la vida, la tierra y la justicia de los pueblos.
Por la libertad de quienes luchan.
Por la inteligencia común que no se rinde.
Firman:
Colectivos de Búsqueda
Colectivo Solecito
Comité de Defensa de la Cafeticultura "Úrsulo Galván Reyes"
Cultura Errante
Democracia Cultural Xalapa
Colectivo Acero
Raíces del Camellón en Resistencia
Congreso Nacional Indígena Totonacapan
Colectiva Mujeres que Luchan por la Vida
La Cultura Veracruzana no es un souvenir
Defensores y Defensoras del Río Cotaxtla
Vecinos y Vecinas en Defensa del Río Cotaxtla
Cooperativa Bosque don Roberto
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