martes, 13 de enero de 2015

Contra el terrorismo‏

La sátira que libera y el fanatismo que asesina.

Por: Isael Petronio Cantú Nájera

El cobarde ataque terrorista contra el semanario francés Charli Hebdo, ha provocado una respuesta multitudinaria de millones de personas y líderes importantes de la Unión Europea, en contra de la violencia terrorista de los grupos extremistas del Islam,  y que usualmente, se les conoce como yihad o Guerra Santa, pero que varios estudiosos, ha corregido dicha interpretación, pues la Yihad, lejos de proclamar una guerra santa, se refiere más bien al esfuerzo espiritual e interior del musulmán por hacer una sociedad más justa y vivir con mayor fortaleza su fe en su dios Alá y seguir el ejemplo de su profeta Mahoma.
El ataque fue cobarde porque en ningún momento los asesinos estuvieron en peligro de ser atacados, por el contrario, encontraron a periodistas y caricaturistas haciendo su trabajo, con las plumas y lápices en las manos; eso esta muy lejos de atacar a un grupo armado que tuviera elementos para defenderse.
Quien lee periódicos o revistas, sabe y busca las secciones donde las caricaturas, de manera precisa, magnifica los horrores espirituales de las mujeres y los hombre públicos; se burlan y deshacen los mitos. Nosotros, por citar a dos grandes caricaturistas mexicanos y uno recién ganador del premio Nobel, sabemos del valor pedagógico de las caricaturas: Rius con su histórica creación de Los Supermachos y Gabriel Vargas con La Familia Burrón, y nuestro querido Quino, con “Mafalda”; entre los tres crearon consciencia sobre la necesidad de una sociedad plural, democrática, tolerante y justa. Seguro estoy que muchos de izquierdistas y derechistas, entendieron algo de Marx, del comunismo, del capitalismo, de la iglesia, riéndose a carcajadas con las opiniones de cada uno de los personajes de esas caricaturas.
Vistas así las caricaturas, a nadie, sano de la cabeza, se le ocurriría la idea de ir asesinar a un caricaturista solamente porque utiliza su arte para señalar errores de las gentes o ideas equivocadas… a un fanático sí.
El fanático, según su etimología, deriva del latín fanum, que significa santuario o templo y se le aplicaba a los cuidadores, porteros o vigilantes nocturnos de los templos que “velaban con gran celo el santuario asignado”; hoy, la plasticidad del termino, da a entender:  al adepto exclusivo de una divinidad o de un templo que lo hace sentir iluminado o exclusivo y que es capaz de reaccionar de manera exaltada en la defensa de su religión.
En nuestra cultura judeocristina hay esa exaltación religiosa por la Virgen de Guadalupe, de tal suerte que cada año millones de feligreses hacen actos de suplicio y constricción de carácter casi sobrehumano con el fin de agradar a la Virgen; sin embargo, para el mundo académico, la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego es un mito que difícilmente, dado precisamente el fanatismo, se podrá erradicar del sentimiento religioso de sus adeptos. Rius, nuestro entrañable caricaturista, publica un libro, recomendable para leerlo este inicio de año, que se llama: “El mito guadalupano”. Seguramente, algún transeúnte, le debió haber dicho cosas a Rius, sobre sus caricaturas desmontando el mito guadalupano, pero no hubo ninguno que pistola en mano y a mansalva tratara de asesinarlo por ello, es más… Rius vive y sigue haciendo caricatura del sistema político mexicano y de todos los mitos culturales.
Recuperando el hecho histórico, debemos recordar que la Revolución Francesa, precisamente es la que viene a darle a mundo moderno los valores de los Derechos Humanos y uno de ellos es la libertad. Cierto, la libertad en medio de la sociedad, cuyas leyes deben de regir por igual para todos, y una de esas notas de la libertad es justamente el poder opinar lo que sea de cualquier tema: “libertad de expresión”.
Los caricaturistas del Charli Hebdo viviendo en el país libertario por antonomasia, simplemente decidieron hacer uso de su libertad de expresión y caricaturizar las creencias islámicas y de su dios, sabiendo que algunos musulmanes podrían irritarse con ello. Con su caricatura llamaban la atención sobre los excesos de algunos líderes por convocar a los musulmanes a una “Guerra Santa” contra todo lo que no fuera musulmán, o sea, contra todo el mundo no musulmán, castigando duramente, incluso hasta con la muerte, a los propios creyentes que no cumplieran dicho predicado.
Cierto, la guerra en medio oriente es compleja y tiene muchos intereses económicos; allí hay pobreza y marginación entre la gran mayoría de ciudadanos y una opulencia desmedida en los jeques y los líderes y como siempre, el fanatismo se alimenta entre la gente más necesitada, cuyo paso por el mundo es aterrador y pueden creer en un paraíso más benévolo después de la muerte. Ya hemos visto a través de los medios, como hombres, mujeres y niños, son capaces de atarse al cuerpo kilos de explosivos y suicidarse en una acción criminal que asesina siempre a gente generalmente inocente. Ese terrorismo que aniquila a propios y extraños es irracional y no genera ninguna solución a los conflictos políticos, por el contrario, alimenta una espiral de violencia, donde la sociedad civil es la más afectada.
Así, mientras la sátira como expresión corrosiva del derecho a la libertad no mata a nadie, pues al contrario, al denunciar la corrupción y los excesos de los políticos, contribuye a una mayor consciencia ciudadana, nos amplia la libertad; el fanatismo, ciega, nos encadena a los mitos y sí mata gente.
Por eso, Je suis Charli (Yo soy Charli) fue gritado en todo el mundo por millones de gentes que creemos que ante la diversidad cultural que existe en el mundo, una de las grandes virtudes debe ser: la tolerancia y no el asesinato del otro.
Así, Francia y líderes de la Unión Europea, le dicen al mundo, particularmente al musulmán, que las diferencias deben ser resueltas en el diálogo y la concordia y no con acciones terroristas que oscurecen más el horizonte.
Si el acto terrorista que cegó la vida de los periodistas nos conmueve y nos irrita, la respuesta ciudadana, los millones de seres humanos movilizándose para rechazar la barbarie, nos ilumina y nos hace más humanos; más proclives a la paz y la justicia. Ver a 50 líderes políticos de las principales economías de la Unión Europea, donde destaca el presidente de Francia, Hollande, sienta el precedente de ir juntos para hacer que el terrorismo disminuya sustancialmente sus criminales actos.
Nada parecido con lo que sucede en nuestro país, donde aún se encuentran oficialmente desaparecidos 42 estudiantes de la normal rural de Ayotxinapa; si bien ese hecho de terror está siendo repudiado por los ciudadanos, pues se asemeja a las prácticas nazis de desaparecer los cuerpos de sus víctimas, no así lo ha hecho ningún político del gobierno del gobierno federal; por el contrario, pareciera que están montando una campaña para desprestigiar a las víctimas y a sus familias, generando un repudio hacia sus manifestaciones de exigir justicia al Estado mexicano. Justicia, que hoy más que nunca es urgente, pues el simple rumor de que el Ejército Mexicano, pudo haber participado en la desaparición de los jóvenes, resulta grave y toca de frente la responsabilidad del propio Estado y del gobierno actual.
Si comparamos las marchas en Francia repudiando el terrorismo y asesinato de periodistas, aquí en México, el asesinato brutal y cobarde de periodistas mexicanos, no concita o muy poco lo hace, la manifestación de rechazo del gobierno y de la sociedad civil, contra dicho los crímenes, que las más de las veces queda en la impunidad que el propio gobierno alienta.
Seguro estoy que una marcha por la paz convocada por los dirigentes de todos los partidos, el propio presidente de la República, las iglesias y la iniciativa privada, mandaría un claro mensaje a las mafias y narcotraficantes de toda laya, que nuestro pueblo, está harto de tanto crimen impune y que no se dejará en la impunidad los crímenes de todo tipo, máxime los de lesa humanidad como los de Ayotxinapa.
Si Ustedes estimables lectores no quieren ser fanáticos, seguramente necesitarán reírse un poco de los tabús y las ideas absurdas que todos tenemos y esclarecer, a la luz de conocimientos más ciertos y  científicos, nuestras ideas del mundo.
Aquí, asumimos como periodistas, el grito mundial de ¡Je suis Charlie! y en el caso del colega recientemente desaparecido en el municipio de Medellín, Moisés Sánchez, hay que exigir que ¡aparezca con vida!, pues si dejamos que impunemente se secuestre y asesine a cualquier ciudadano, no nos sorprendamos que un día, nos secuestren a nosotros.


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Isael Petronio Cantú Nájera
2288464633

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