En el juego democrático, se han diseñado instrumentos para hacerla mas efectiva y que, por la vía de los hechos, honre su raíz etimológica, “el poder de la gente, del pueblo,” poder para decidir, como piedra angular de cualquier democracia, decidir quien o quienes serán sus representantes en los diversos ordenes de gobierno de que, estas democracias, se dotan para hacer cumplir los anhelos de las mayorías y que estos anhelos se reflejen en documentos rectores como las constituciones, los tratados internacionales y las legislaciones locales.
Uno de los instrumentos mas representativos de las democracias lo son los partidos políticos, entes de interés publico que, en teoría, representan a una parte de la sociedad, de ahí el termino partido, estos partidos tienen o deben de tener una identidad ideológica, clara y firme, un proyecto, estatutos y reglamentos, así como la obligación de cumplir con las normas que, para efectos de la vida partidista se plasman en las legislaciones nacionales y estatales, sin menoscabo de su autonomía, están obligados a rendir cuentas, sobre todo en tratándose de los recursos públicos a los que, por ley tienen derecho.
El financiamiento público a los partidos tenía, en su fin primigenio, el hacer asequible los tiempos de radio y televisión, así como a recursos públicos para llevar a cabo las tareas sustantivas de los partidos, promover la participación democrática y participar en lo más posible, en igualdad de circunstancias y oportunidades.
Lamentablemente este financiamiento ha pervertido el sistema de partidos que actualmente se tiene en México, el fin para el que se crean partidos que, en esencia, debía ser la de luchar en la arena política, bajo las normas democráticas, para, por medio de elecciones libres, objetivas y periódicas, alcanzar puestos de representación popular y convertir las mayorías sociales en mayorías políticas, ser el instrumento de organización de el grupo social que se siente representado e identificado con ese partido, se ha pervertido y lamentablemente se convierte muchas veces en simples negocios familiares o de grupo, en franquicias que se alquilan y como rémoras medran de los grandes esfuerzos nacionales, esta es quizá, la más grave perversión que sufre el sistema de partidos, las consecuencias son, muchas veces, retrocesos, traiciones y oportunismo de figuras protagónicas, individualistas y con escasa eticidad en el ejercicio de la política.
Así tenemos que, por simple calculo político, por la ambición al recurso público, que solo sirve para engordar burocracias que, en los partidos han encontrado una oportunidad de negocios, parten de análisis muy chatos, sacrifican posibilidades de construir alianzas fuertes y sólidas para enfrentar otro sistema de partidos que, en la compra, la coacción y el chantaje tiene su granero de votos, caso emblemático del PRI, cuando se presenta una oportunidad histórica de enfrentarlos en unión y con la conjunción de anhelos, los partidos negocio ven solo por sus intereses, postulan perfiles no ganadores, perfiles que les garanticen solo el acceso a las prerrogativas, todo disfrazado con un discurso seudo progresista y enarbolando las grandes causas nacionales como propias, el panorama es muy claro, se lucha por lograr los avances democráticos, por terminar con los sempiternos esquemas de corrupción y saqueo, por cristalizar los cambios verdaderos que, permitan a la gente vivir en paz, sin tantos apuros económicos y felices, o se lucha por mantener burocracias partidistas enquistadas en este sistema pervertido y caduco de partidos, es por tal de urgencia, lograr mayorías políticas que permitan llevar a cabo reformas constitucionales que eliminen el gasto o financiamiento corriente a los partidos y evitar así, la tentación de la venta, el mercado de los principios y los lamentables espectáculos que hoy por hoy vemos en las entidades que renovaran el poder ejecutivo local y los congresos estatales, una vergüenza, la historia habrá de poner a cada quien en su lugar, por lo pronto el acuerpamiento de las fuerzas progresistas será con el pueblo, con los ciudadanos, el oportunismo, con la demagogia, la falsedad y la mentira, que cada quien asuma y se coloque, en donde y a donde apunte la ética, el compromiso y el corazón.
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