La
sátira que libera y el fanatismo que asesina.
Por: Isael Petronio Cantú Nájera
El
cobarde ataque terrorista contra el semanario francés Charli Hebdo, ha provocado una respuesta multitudinaria de millones
de personas y líderes importantes de la Unión Europea, en contra de la
violencia terrorista de los grupos extremistas del Islam, y que usualmente, se les conoce como yihad o
Guerra Santa, pero que varios estudiosos, ha corregido dicha interpretación,
pues la Yihad, lejos de proclamar una guerra santa, se refiere más bien al
esfuerzo espiritual e interior del musulmán por hacer una sociedad más justa y
vivir con mayor fortaleza su fe en su dios Alá y seguir el ejemplo de su
profeta Mahoma.
El
ataque fue cobarde porque en ningún momento los asesinos estuvieron en peligro
de ser atacados, por el contrario, encontraron a periodistas y caricaturistas
haciendo su trabajo, con las plumas y lápices en las manos; eso esta muy lejos
de atacar a un grupo armado que tuviera elementos para defenderse.
Quien
lee periódicos o revistas, sabe y busca las secciones donde las caricaturas, de
manera precisa, magnifica los horrores espirituales de las mujeres y los hombre
públicos; se burlan y deshacen los mitos. Nosotros, por citar a dos grandes
caricaturistas mexicanos y uno recién ganador del premio Nobel, sabemos del
valor pedagógico de las caricaturas: Rius con su histórica creación de Los
Supermachos y Gabriel Vargas con La Familia Burrón, y nuestro querido Quino,
con “Mafalda”; entre los tres crearon consciencia sobre la necesidad de una
sociedad plural, democrática, tolerante y justa. Seguro estoy que muchos de
izquierdistas y derechistas, entendieron algo de Marx, del comunismo, del
capitalismo, de la iglesia, riéndose a carcajadas con las opiniones de cada uno
de los personajes de esas caricaturas.
Vistas
así las caricaturas, a nadie, sano de la cabeza, se le ocurriría la idea de ir
asesinar a un caricaturista solamente porque utiliza su arte para señalar
errores de las gentes o ideas equivocadas… a un fanático sí.
El
fanático, según su etimología, deriva del latín fanum, que significa santuario o templo y se le aplicaba a los
cuidadores, porteros o vigilantes nocturnos de los templos que “velaban con gran celo el santuario asignado”; hoy, la
plasticidad del termino, da a entender: al
adepto exclusivo de una divinidad o de un templo que lo hace sentir iluminado o
exclusivo y que es capaz de reaccionar de manera exaltada en la defensa de su
religión.
En
nuestra cultura judeocristina hay esa exaltación religiosa por la Virgen de
Guadalupe, de tal suerte que cada año millones de feligreses hacen actos de
suplicio y constricción de carácter casi sobrehumano con el fin de agradar a la
Virgen; sin embargo, para el mundo académico, la aparición de la Virgen de
Guadalupe a Juan Diego es un mito que difícilmente, dado precisamente el
fanatismo, se podrá erradicar del sentimiento religioso de sus adeptos. Rius,
nuestro entrañable caricaturista, publica un libro, recomendable para leerlo
este inicio de año, que se llama: “El mito guadalupano”. Seguramente, algún transeúnte,
le debió haber dicho cosas a Rius, sobre sus caricaturas desmontando el mito
guadalupano, pero no hubo ninguno que pistola en mano y a mansalva tratara de
asesinarlo por ello, es más… Rius vive y sigue haciendo caricatura del sistema
político mexicano y de todos los mitos culturales.
Recuperando
el hecho histórico, debemos recordar que la Revolución Francesa, precisamente
es la que viene a darle a mundo moderno los valores de los Derechos Humanos y
uno de ellos es la libertad. Cierto, la libertad en medio de la sociedad, cuyas
leyes deben de regir por igual para todos, y una de esas notas de la libertad
es justamente el poder opinar lo que sea de cualquier tema: “libertad de
expresión”.
Los
caricaturistas del Charli Hebdo viviendo en el país libertario por antonomasia,
simplemente decidieron hacer uso de su libertad de expresión y caricaturizar
las creencias islámicas y de su dios, sabiendo que algunos musulmanes podrían
irritarse con ello. Con su caricatura llamaban la atención sobre los excesos de
algunos líderes por convocar a los musulmanes a una “Guerra Santa” contra todo
lo que no fuera musulmán, o sea, contra todo el mundo no musulmán, castigando
duramente, incluso hasta con la muerte, a los propios creyentes que no
cumplieran dicho predicado.
Cierto,
la guerra en medio oriente es compleja y tiene muchos intereses económicos;
allí hay pobreza y marginación entre la gran mayoría de ciudadanos y una
opulencia desmedida en los jeques y los líderes y como siempre, el fanatismo se
alimenta entre la gente más necesitada, cuyo paso por el mundo es aterrador y
pueden creer en un paraíso más benévolo después de la muerte. Ya hemos visto a
través de los medios, como hombres, mujeres y niños, son capaces de atarse al
cuerpo kilos de explosivos y suicidarse en una acción criminal que asesina
siempre a gente generalmente inocente. Ese terrorismo que aniquila a propios y
extraños es irracional y no genera ninguna solución a los conflictos políticos,
por el contrario, alimenta una espiral de violencia, donde la sociedad civil es
la más afectada.
Así,
mientras la sátira como expresión corrosiva del derecho a la libertad no mata a
nadie, pues al contrario, al denunciar la corrupción y los excesos de los
políticos, contribuye a una mayor consciencia ciudadana, nos amplia la libertad;
el fanatismo, ciega, nos encadena a los mitos y sí mata gente.
Por
eso, Je suis Charli (Yo soy Charli)
fue gritado en todo el mundo por millones de gentes que creemos que ante la
diversidad cultural que existe en el mundo, una de las grandes virtudes debe
ser: la tolerancia y no el asesinato del otro.
Así,
Francia y líderes de la Unión Europea, le dicen al mundo, particularmente al
musulmán, que las diferencias deben ser resueltas en el diálogo y la concordia
y no con acciones terroristas que oscurecen más el horizonte.
Si
el acto terrorista que cegó la vida de los periodistas nos conmueve y nos
irrita, la respuesta ciudadana, los millones de seres humanos movilizándose
para rechazar la barbarie, nos ilumina y nos hace más humanos; más proclives a
la paz y la justicia. Ver a 50 líderes políticos de las principales economías
de la Unión Europea, donde destaca el presidente de Francia, Hollande, sienta
el precedente de ir juntos para hacer que el terrorismo disminuya
sustancialmente sus criminales actos.
Nada
parecido con lo que sucede en nuestro país, donde aún se encuentran oficialmente
desaparecidos 42 estudiantes de la normal rural de Ayotxinapa; si bien ese
hecho de terror está siendo repudiado por los ciudadanos, pues se asemeja a las
prácticas nazis de desaparecer los cuerpos de sus víctimas, no así lo ha hecho
ningún político del gobierno del gobierno federal; por el contrario, pareciera
que están montando una campaña para desprestigiar a las víctimas y a sus
familias, generando un repudio hacia sus manifestaciones de exigir justicia al
Estado mexicano. Justicia, que hoy más que nunca es urgente, pues el simple
rumor de que el Ejército Mexicano, pudo haber participado en la desaparición de
los jóvenes, resulta grave y toca de frente la responsabilidad del propio
Estado y del gobierno actual.
Si
comparamos las marchas en Francia repudiando el terrorismo y asesinato de
periodistas, aquí en México, el asesinato brutal y cobarde de periodistas
mexicanos, no concita o muy poco lo hace, la manifestación de rechazo del
gobierno y de la sociedad civil, contra dicho los crímenes, que las más de las
veces queda en la impunidad que el propio gobierno alienta.
Seguro
estoy que una marcha por la paz convocada por los dirigentes de todos los
partidos, el propio presidente de la República, las iglesias y la iniciativa
privada, mandaría un claro mensaje a las mafias y narcotraficantes de toda
laya, que nuestro pueblo, está harto de tanto crimen impune y que no se dejará
en la impunidad los crímenes de todo tipo, máxime los de lesa humanidad como
los de Ayotxinapa.
Si
Ustedes estimables lectores no quieren ser fanáticos, seguramente necesitarán
reírse un poco de los tabús y las ideas absurdas que todos tenemos y
esclarecer, a la luz de conocimientos más ciertos y científicos, nuestras ideas del mundo.
Aquí,
asumimos como periodistas, el grito mundial de ¡Je suis Charlie! y en el caso del
colega recientemente desaparecido en el municipio de Medellín, Moisés Sánchez, hay
que exigir que ¡aparezca con vida!, pues si dejamos que impunemente se
secuestre y asesine a cualquier ciudadano, no nos sorprendamos que un día, nos
secuestren a nosotros.
Isael Petronio Cantú Nájera
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