lunes, 30 de mayo de 2011

Articulista Invitado


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La insurgencia civil nos exige cambios

Por Héctor Yunes Landa



¡Indígnense! es el título que lleva la obra de Stéphane Hessel- uno de los redactores de la Declaración de Derechos Humanos de 1948- en el cual el autor de 93 años exhorta a la juventud contemporánea a indignarse ante un mundo que funciona mal debido a que el poder financiero acapara todo. Es esta la inspiración que toman los miembros que conforman la plataforma ¡Democracia Real Ya!, y el “Movimiento de Indignados 15-M”, que desde hace días son el centro de atención de España y el mundo entero, al concentrarse en la Plaza del Sol de Madrid, y haciendo eco en muchas ciudades del mundo, pidiendo a su gobierno una sociedad más justa y reformas políticas a profundidad. Su lema es uno: “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros”.



Estos jóvenes en protesta son la voz de una sociedad harta de la crisis económica y en busca de una revisión de las estructuras políticas que permitan un ejercicio gubernamental más justo y representativo. Los jóvenes del 15-M tienen razón: España necesita transformaciones que permitan liberar a la política de la sujeción a los intereses económicos. Sin embargo la pregunta fundamental es: ¿Cuál es la alternativa?



Las reformas políticas no son el simple resultado de una votación en el congreso a favor de nuevas disposiciones. El complejo sistema democrático de administración requiere de transformaciones de base y de fondo que no se consiguen de la noche a la mañana, y sobre todo, dependen de procesos complejos que afectan no sólo a un país, sino al mundo entero.







El sistema económico internacional se ha convertido actualmente en el regente general de los países capitalistas. Las transformaciones internas sólo son posibles y deben de darse de manera que se adecuen y adapten a los estándares internacionales.



Hoy vivimos en la llamada Aldea Global, conectada a través de la Internet y funcionando simultáneamente los 365 días del año, las 24 horas del día. Es un engranaje que no se puede detener. Los estados nacionales existen como emblemas, pero han disminuido su potestad y su capacidad real de acción; sólo actúan en la medida en que no trastoquen este delicado engranaje mundial, dejando de lado los proyectos de transformación indispensables para que sus habitantes accedan a condiciones de vida más justas. Esto origina la brecha entre el gobierno y la gente, cuando aquel es incapaz de ofrecer un cambio real y el ciudadano se decepciona de sus gobernantes y, peor aún, de la Política.



El mundo debe observar a los valientes jóvenes del 15-M (valientes no porque arriesguen su vida, sino porque deciden dejar el Facebook para salir a tomar su legítimo derecho a la expresión y la participación ciudadana), y tomar de ellos cuando menos, la reflexión. Es urgente una revisión del modelo económico vigente, así como un replanteamiento de la actitud de las corporaciones que detentan a nivel mundial el poder económico cada vez más monopolizado. Los partidos y la clase política en general de México debemos tomar muy en serio lo que está pasando en muchas partes del mundo; aún estamos a tiempo de lograr un gran acuerdo nacional, o, ¿Es necesario llegar al límite como está ocurriendo en España o a la situación insostenible de nuestra entidad hermana Michoacán para conjuntar esfuerzos?

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