martes, 19 de octubre de 2010

DESPERTAR A TIEMPO

DESPERTAR A TIEMPO

Romeo González Medrano


PIENSO…
 LUEGO EXISTO


LA LIBERTAD DE EXPRESIÔN EN LOS SERVIDORES PÙBLICOS.

Consagrado por el Articulo 6º Constitucional, el derecho a la libre expresión de ideas tiene por sujeto a todos los mexicanos sin excepción. Esto incluye a los servidores públicos cualquiera que sea el ámbito de gobierno en el que presten sus servicios. Sin embargo, para sociedades que están aun muy lejos de consolidarse como democracias, ese ejercicio se vuele un riesgo permanente.

¿Cuál es el trato de que puede ser objeto un servidor público el cual haciendo uso del citado derecho expresa y publica opiniones críticas en las que se utiliza información oficial no considerada como reservada?

Es público el hecho de que los servidores públicos pueden y no pocos lo hacen, publicar opiniones elogiosas de una política pública, de un programa, proyecto o simplemente respecto al funcionamiento de un área de gobierno.

La pregunta es, ¿pueden hacer lo mismo cuando sus opiniones, contrarias al elogio, ejercen el análisis crítico o el señalamiento de fallas, arbitrariedades, ineficiencias, deshonestidades o simples disfuncionalides de la administración pública? Se sabe que eso se puede, - y hasta se alienta o premia - siempre y cuando el objeto de la crítica sea otro gobierno que no aquel en el que se trabaja.

En realidad un servidor público que además de sus servicios en la administración pública ejerce su derecho constitucional a la libertad de expresión mediante ensayos o artículos de fondo, puede ser objeto de censura hasta perder su empleo, pero sobre todo si sus opiniones implican la crítica de algún aspecto del mismo gobierno en el que trabaja.

 ¡Te van a correr! Ha sido la más frecuente advertencia de amigos y familiares “Me compraron mis servicios no mi conciencia”, les contesto en un  tono que no difiere del que le di al Agente del Ministerio público hace 42 años en una crujía de la Cárcel Preventiva de Lecumberri.

Así les digo a mis hijos en desafío cotidiano que me sirve para desahogo de ideas y primera fase de su revisión. Percibo la diferencia generacional y les reitero mi respeto a la vez les exijo respeten mi derecho de pensar; luego prosigo ya que en cumplimiento de mis deberes de padre proveedor, alterno crítica y propuesta con  reconocimientos - si lo hubiera - a quien piense que lo merezca.

Una forma de concesión – de pago si se prefiere- mucho menos frecuente que el elogio boletinado al que los columnistas no le cambian ni puntos ni comas.

Sin embargo, siempre he sido un padre responsable de sus obligaciones por lo  que ser un servidor público y articulista, es un verdadero reto semanal. A quienes me invitan a cuidar lo que expreso les he dicho que la libertad de expresión es vida. Cogito ergo sum

No obstante el riesgo de ser acusado de “deslealtad” es permanente. Mentalidades fundamentalistas que todo lo reducen al binomio amigo - enemigo las hay hasta en las mejores familias! Cabe la pregunta ¿desleal a quién? ¿Al Jefe o a la institución? Se entiende que un leve ejercicio de análisis podría fácilmente colocar al acusador en el papel de acusado.

Pero lo más grave de la censura, autocensura o franca represión del ejercicio de la libertad de expresión de los servidores públicos es que su costo lo paga la sociedad en virtud de que la administración pública es operada por humanos y constantemente expuesta a toda clase de deformaciones, caprichos coyunturales y disfuncionalidades o simples desfasamientos y el gobernante pierde la crítica positiva y la propuesta mejor sustentada que es la de quienes viven y participan del trabajo en las dependencias de gobierno.


¿Yo pregunto qué clase de “reingeniería” de gobierno, o de modernización administrativa puede haber en un gobierno que no es capaz de escuchar  a sus propios colaboradores?

¿Es que todavía hay gobernantes que creen que la buena marcha de una administración depende solo del talento y la capacidad de sus cabezas? Nadie duda que eso sea bueno. Pero…. y los cientos de miles de técnicos y profesionistas que están debajo ¿qué? ¿Son seres descerebrados que no piensan, que no tienen ideas de cómo mejorar la administración? ¡Por favor, nunca escuché mayor estupidez!

Los gobiernos que no escuchan ni dialogan con el pensamiento reflexivo de sus propios servidores hacen de la administración pública  una “ sala de cuidados intensivos” donde agoniza la creatividad humana precisamente porque no hay voluntad política que establezca como legítima la libertad de opinión ni canales eficientes para escucharle y aprovechar ideas y propuestas. Para gobernantes así, ególatras y autoritarios, en el servicio público solo los “paleros” piensan.

Y siendo humano, el gobernante es como cualquiera, es decir, una unidad. Lo mismo en su familia  que en el trabajo o ante la sociedad toda. El costo de estas formas de ejercer el poder  se han dado en las “democracias “ y no se diga en las dictaduras de todos colores. Cuando la inconformidad y el disenso se extiende, son gobiernos que aun les queda acudir a la simulación aunque cada vez eso es mas difícil por los niveles de conciencia reflexiva y de información a los que han llegado muchos ciudadanos.   

Con  más de 30 años de servidor público, mi vida es una hemeroteca crítica que explica el placer que experimento cursar la maestría en el IAP, una institución académica de prestigio que alienta el estudio de la administración publica sin censuras de ninguna clase. Sin embargo hoy escuché a uno de mis maestros decir que la libertad de expresión “es un derecho cuya plenitud se gana solo cuando ya no se depende económicamente del gobierno” y añadió  “a mis 60 años, puedo decir lo que quiera, “me hacen los mandados”.


Me dejó impactado por quien lo dijo, nada menos que un servidor público de indiscutible trayectoria en el gobierno federal, del estado de Veracruz y de reconocido prestigio nacional dentro de una especialidad que le ha permitido conocer las entrañas del poder.

Admirable la postura de mi maestro pero….. ¡Pobre de México! ¡Jamás tendrá gobiernos  eficientes mientras el ejercicio del poder sea  patrimonialista que reprime el pensamiento creativo de sus trabajadores e impide en estos el desarrollo de una auténtica cultura política de servicio!

¡Pobre de México cuyos servidores y sobre todo los dotados de gran talento tienen que esperar su jubilación para decir con libertad lo que piensan de la administración pública, de la forma en que se puede mejorar!

Es una lástima que los partidos políticos en el poder – porque todos están en el poder- sean incapaces de construir un diálogo reflexivo con los gobernantes. Es una la lástima que estas organizaciones se hayan ganado a pulso la imagen de subordinados y empleados del gobernante. Maquinarias electorales. ¡Falso que así sea en todas partes del mundo!

¡Me quedo con la militancia de convicciones en la que equivocado o no, me formé en mis años de juventud!

Nuestra sociedad política – verde, amarilla, roja y azul,  está enferma. La enfermó el poder y sus privilegios. El descrédito de los políticos nació cuando con el erario público se empezó a pagar por esa actividad.

Esa sociedad política tarde o temprano tendrá que enfrentarse a una ciudadanía  despierta y no solo bien informada sin también suspicaz y capaz de discernir el significado que hay detrás de un elogio desmedido o de una difamación.

El dialogo constructivo entre gobernantes y servidores públicos no es mas asunto del “estilo personal de gobernar” sino de si se tiene o no se tiene una visión de estado de la administración publica. Veremos que nos deparan los nuevos tiempos. Se agradecen los comentarios.  

http://despertartemprano.blogspot.com/

Email: romeo-gonzalez@hotmail.com

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